martes, 20 de octubre de 2009

Por nacer con mi carga genética, generosa , atípica y por ser demasiado grandiosa para mi, tuve que pedir ayuda en mis años de andar a gatas, por lo mismo tuve que aprender a comer, a hacer las necesidades como se debían hacer y en los sitos idóneos para ello, así hasta cierta edad, hasta que empiezan en tu organismo a crecer , aumentar, a yo que se, pero las hormonas a veces a personas como yo nos crecen de tal manera y forma que crees poder crear un mundo a tu placer, a tu forma, a tus leyes, pero no es así.
Ahora mi orgullo y mi soberbia no piden ayuda.
Luchar contra todos es difícil y batalla perdida, pero luchar contra ti mismo es una guerra sin cuartel, sin tregua, sin final, sin victoria, pues gane quien gane el perdedor serás tu, aquí no hay vencedores, solo convivir con tu enemigo, eso es la depresión endógena, mi más fiel enemiga, mía y solo mía.
A veces, tu persona se asemeja a una yunta de mulos que no están coordinados y siente solo los latigazos del mundo en tus espaldas, a veces crees ser un caballo blanco, hermoso y entero, que trota libre sin apercibir que a tu lado llevas uno negro que galopa desbocado a sitios más oscuros.
A veces aparece un haz de luz que crees que son tu salvación y resultan ser destellos del agua que te ahoga cada día, otras veces ves venir a almas benditas que te traen dulces palabras, consejos sabios o baratos, pero de personas que no entienden ni han probado el fango en el que te has metido, a duras penas das un paso sin caer y llenarte de barro y roña.
Así que decides hacer como los caracoles, encerrarte temiendo que el viento caliente te queme, la mas ligera brizna te mata y te obliga a retorcerte en el veneno que crees que te han echado y que tu mismo has creado en rincones de tu alma, y a esperar de nuevo otra gentileza de la naturaleza, una lluvia fresca y fina y sol suave o un médico oportuno y sabio, o peor, esperar la muerte que llegue lo antes posible.
Temer doce horas, llorar cuatro a solas, esas son las lagrimas más amargas, las que uno se traga a solas y lo peor, intentar dormir ocho, empresa difícil sino es con mejunjes, pócimas y pesadillas.
Siempre esperando el bálsamo de Fierabrás, creer que existe y lo peor de lo peor, tener tu la solución dentro de ti y jamás adivinar cual de tantas preguntas hechas en tu interior en noches solitarias es la pieza final que arma este maldito rompecabezas.

1 comentario:

  1. Yo he sentido a veces eso que tan bien describes, pero no con tanta intensidad, con tanto ahogo. Se ve que sabes de qué estás hablando, pues nunca he encontrado una descripción más cierta de la angustia. Por si te sirve de ayuda, yo he dejado de pensar que la solución está en mí mismo. Así se evita uno pensar que uno es un memo por no encontrarla. Yo ya pienso que la solución está en Dios y me entrego a Él para que haga conmigo lo que quiera porque ya no sé qué hacer conmigo. Eso me da mucha paz. Un abrazo conmovido de tu hermano.

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