Mi ultimo esfuerzo

Me dijeron los médicos al salir de la UCI, después de tener un infarto, que no fumase, que no comiese sal y que no hiciese esfuerzos, además de tomar seis pastillas diarias. Llevaba nueve años sin fumar, así que dejé de ir al campo y dejar las herramientas manuales, solo con la contemplación me bastaba. Más tarde, por mis circunstancias, mis problemas, en resumen, busqué una excusa para empezar a fumar dos cajetillas al día, pero fumados, no quemados, así que decidí que sin sal yo no podía vivir, me encantan las anchoas, los encurtidos y todo lo que de Andalucía sale, el salero.
Me quedaban los esfuerzos, así que decidí que sin en uno de ellos me he de quedar tieso, pues decidí solo darlo todo en ciertos momentos, contados o abundantes, pero poner todo mi empeño. Así que me quedó solo uno, ese que aunque me falte el aire yo no pueda dejar mi trabajo, mi esfuerzo, que aunque la vista se me nuble, que aunque agonía sienta, que aunque me quede un minuto de vida, solo pido que lo deje por terminado y bien acabado.
A mi esposa le he dicho de suceder así, que diga que mi muerte fue como mi vida, que lo di todo por ella, que lo hice bien, que era hombre muy bueno, pero que no diga como fue mi muerte, eso que quede entre ella y yo.
Así que si os dicen que morí luchando, os lo podeis creer y si os dicen que morí de repente en la cama, pues también creed lo, que caí en una batalla ganada, pero ......... bueno ya sabeis como me gustaría morir.