martes, 8 de septiembre de 2009



Y quiso Dios que yo me dejara caer en el desaliento, me puso una venda en los ojos o quizás el mundo. Quiso Dios que entrara en una depresión en mi adolescencia o quizás yo odiara al mundo en mi absurda fustración, Quiso Dios que siguiera tropezando contra el mundo y revelarme contra mis padres y contra El mismo, eso fue cariño de su parte, el no borrarme de la Tierra. Parecia un tabarro que busca la salida por el cristal de una ventana.
No se que me ocurrió a mis dieciseis años que miraba las alturas y me encantaban, que me gustaba correr con mi moto más de lo que mi destreza era capaz de soportar, Dios me dejó estar en el mundo.
Pero me dirigí a Dios con lagrimas, me dirigí derrotado y sin decirlo a nadie y quiso Dios que conociese a la mujer más bella que yo haya conocido o visto, tanto miedo me dio que me la quitasen que saqué de ese miedo valor para decirle lo que yo esperaba de una mujer y quiso Dios que mi palabra fuese clara, bonita y a la vez sincera, al menos para ella, quiso Dios que conociese el medicamento para mi dolor, quiso Dios convertirla en mi esposa para toda la vida.
Ella lo llena todo, ella soporta todo, ella me ama más que yo a ella, ella me perdona todo, ella me conoce, ella me enciende, ella me lo da todo sin esconder nada, ella es el baluarte de mi corazón, la columna principal de mi hogar donde todo el peso que hay descansa. Es árbol que da sombra y fruto, que repara, que protege, que alimenta, Es mi charco en el desierto, mi manantial escondido en la montaña y un torrente que me sorprende y a veces me espanta.
Treinta años de matrimonio y aún me fascina, aún me entra cosquilleo cuando la veo entrar por la puerta de mi tienda dispuesta a hacer de báculo en mi trabajo. Mi casa es lóbrega si en ella mi esposa no está.
Aun reconociendo que a mi algunas mujeres que me han tocado algunos resortes de mi corazón han puesto mi matrimonio en peligro, nadie tiene ni ha tenido la sabiduria de componer esa música que ella es capaz de tocar en el mar de mis pasiones, hasta embelesarme, ilusionarme y darme siempre más de lo que recibiera el dia anterior.
Mi mayor éxito en la vida haberla enamorado.
Mi mayor verdad haberle dicho miles de veces que la amo.
Mi mayor dolor no haberlo demostrado en mi corazón.
Mi mayor error mostrarle mi corazón.
Mi mayor deuda treinta años sin reparar el daño que le causé.
Mi mayor engaño haber aparecido ante ella más fuerte de lo que era.
Mi mayor tesoro, saber que me ama más que antes.
Mi mayor temor poder perderla.
Mi mayor desprecio creerme que es mia.

3 comentarios:

  1. Que Bella Mujer, Piyayo san . Y su declaración de Amor por ella es el mejor regalo que una mujer puede recibir .
    Que privilegio sus felices 30 años de Matrimonio y que sigan eternamente asi felices y enamorados como el primer día y mantengan ese Fuego sagrado que los une .
    Le dejo esta vez un abrazo muy especial para los dos .

    Rosna

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  2. Piyayo, te devuelvo la visita, no caía en que tenías blog hasta hoy.
    Oye, qué suerte la tuya tener una mujer así. Felicidades. Cuídala mucho. Hala, un abrazo.

    Aurora

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  3. Es un texto precioso, hermano. En esa foto está ella tan guapa como es. Y creo que todo lo que dices son verdades como puños.

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